Martes 28 de Junio de 2022

Martes de la 13° Semana durante el año

San Ireneo, obispo y mártir

Misa matutina: de la memoria.

El Señor ha hablado, ¿quién no profetizará?

Lectura de la profecía de Amós 3, 1-8; 4, 11-12

Escuchen esta palabra que el Señor pronuncia contra ustedes, israelitas, contra toda la familia que Yo hice subir del país de Egipto.
Sólo a ustedes los elegí
entre todas las familias de la tierra;
por eso les haré rendir cuenta
de todas sus iniquidades.
¿Van juntos dos hombres
sin haberse puesto de acuerdo?
¿Ruge el león en la selva
sin tener una presa?
¿Alza la voz el cachorro desde su guarida
sin haber cazado nada?
¿Cae el pájaro a tierra sobre una trampa,
si no hay un cebo?
¿Salta la trampa del suelo
sin haber atrapado nada?
¿Suena la trompeta en una ciudad
sin que el pueblo se alarme?
¿Sucede una desgracia en la ciudad
sin que el Señor la provoque?
Porque el Señor no hace nada
sin revelar su secreto a sus servidores los profetas.
El león ha rugido: ¿quién no temerá?
El Señor ha hablado: ¿quién no profetizará?
Yo les envié una catástrofe
como la de Sodoma y Gomorra,
y ustedes fueron como un tizón salvado del incendio,
¡pero ustedes no han vuelto a mí!
Por eso, mira cómo voy a tratarte, Israel;
y ya que te voy a tratar así,
prepárate a enfrentarte con tu Dios, Israel.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 5, 5-8

R. ¡Guíame por tu justicia, Señor!

Tú no eres un Dios que ama la maldad;
ningún impío será tu huésped,
ni los orgullosos podrán resistir
delante de tu mirada. R.

Tú detestas a los que hacen el mal
y destruyes a los mentirosos.
¡Al hombre sanguinario y traicionero
lo abomina el Señor! R.

Pero yo, por tu inmensa bondad,
llego hasta tu Casa,
y me postro ante tu santo Templo
con profundo temor. R.


ALELUIA Sal 129, 5

Aleluia.
Espero en el Señor y confío en su palabra.
Aleluia.

EVANGELIO

Levantándose, increpó al viento y al mar
y sobrevino una gran calma

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo


8, 23-27

Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a Él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: «¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!»
Él les respondió: «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?» Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.
Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?»

Palabra del Señor.



Misa vespertina: SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES (Vigilia)
de la solemnidad (Misa de la Vigilia)

29 de junio

San Pedro y san Pablo, apóstoles

Solemnidad



MISA DE LA VIGILIA

Te doy lo que tengo: en el Nombre de Jesús,
levántate y camina

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 3, 1-10

En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde. Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada «la Hermosa», para pedir limosna a los que entraban. Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna. Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: «Míranos».
El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo. Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina». Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos.
Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios. Toda la gente lo vio caminar y alabar a Dios. Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada "la Hermosa", y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 18, 2-5

R. Resuena su eco por toda la tierra.

El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia. R.

Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.


Dios me eligió desde el vientre de mi madre

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Galacia
1, 11-20

Quiero que sepan, hermanos, que la Buena Noticia que les prediqué no es cosa de los hombres, porque yo no la recibí ni aprendí de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. Seguramente ustedes oyeron hablar de mi conducta anterior en el Judaísmo: cómo perseguía con furor a la Iglesia de Dios y la arrasaba, y cómo aventajaba en el Judaísmo a muchos compatriotas de mi edad, en mi exceso de celo por las tradiciones paternas. Pero cuando Dios, que me eligió desde el vientre de mi madre y me llamó por medio de su gracia, se complació en revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos, de inmediato, sin consultar a ningún hombre y sin subir a Jerusalén para ver a los que eran Apóstoles antes que yo, me fui a Arabia y después regresé a Damasco.
Tres años más tarde, fui desde allí a Jerusalén para visitar a Pedro, y estuve con él quince días. No vi a ningún otro Apóstol, sino solamente a Santiago, el hermano del Señor.
En esto que les escribo, Dios es testigo de que no miento.

Palabra de Dios.


ALELUYA Jn 21, 17d

Aleluia.
Señor, Tú lo sabes todo, sabes que te quiero.
Aleluia.

EVANGELIO

Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas


21, 1. 15-19

Habiéndose aparecido a sus discípulos, después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?»
Él le respondió: «Sí, Señor, Tú sabes que te quiero».
Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos».
Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero».
Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».
Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero».
Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.

Te aseguro
que cuando eras joven,
tú mismo te vestías
e ibas a donde querías.
Pero cuando seas viejo,
extenderás tus brazos,
y otro te atará
y te llevará a donde no quieras».

De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme».

Palabra del Señor.




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