Jueves 18 de Noviembre de 2021

Jueves de la 33° Semana durante el año

La Dedicación de las Basílicas de san Pedro y san Pablo, apóstoles

Misa: a elección.

Nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres

Lectura del primer libro de los Macabeos 2, 15-29

En aquellos días:
Los delegados del rey Antíoco, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para exigir que se ofrecieran los sacrificios. Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte. Entonces los enviados del rey fueron a decirle: «Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado por hijos y hermanos. Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Así tú y tus hijos serán contados entre los amigos del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos».
Matatías respondió en alta voz: «Aunque todas las naciones que están bajo el dominio del rey lo obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para someterse a sus órdenes, yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres. El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos. Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda».
Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista de todos, para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey. Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas, y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar. Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar. Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú.
Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: «Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga». Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas.
Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 49, 1-2. 5-6. 14-15

R. El que va por el buen camino verá al Señor.

El Dios de los dioses, el Señor, habla
para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.
El Señor resplandece desde Sión,
que es el dechado de toda hermosura. R.

«Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi Alianza con un sacrificio».
¡Que el cielo proclame su justicia,
porque el Señor es el único Juez! R.

«Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
invócame en los momentos de peligro:
Yo te libraré, y tú me glorificarás». R.


ALELUIA Cf. Sal 94, 7d. 8a

Aleluia.
Escuchen la voz del Señor, no endurezcan su corazón.
Aleluia.

EVANGELIO

¡Si hubieras comprendido el mensaje de paz!

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas


19, 41-44

Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios».

Palabra del Señor.


Si de la Dedicación de las Basílicas
Lecturas optativas

18 de noviembre

Dedicación de las Basílicas
de San Pedro y San Pablo, apóstoles

Llegamos a Roma

Lectura de los Hechos de los Apóstoles
28, 11-16. 30-31

Después de estar tres meses en Malta, nos embarcamos en un navío que había permanecido en la isla durante el invierno; era un barco alejandrino que tenía la insignia de Cástor y Pólux. Hicimos escala en Siracusa, donde permanecimos tres días.
De allí, bordeando la costa llegamos a Regio. Al día siguiente, se levantó un viento del sur, y en dos días llegamos a Pozzuoli, donde encontramos a unos hermanos que nos invitaron a permanecer una semana con ellos. Luego llegamos a Roma.
Los hermanos de esta ciudad, informados de nuestra llegada, nos salieron al encuentro y nos alcanzaron a la altura del «Foro de Apio» y en las «Tres Tabernas». Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y se sintió reconfortado.
Cuando llegamos a Roma, recibió autorización para alojarse en una casa particular con un soldado que lo custodiara.
Pablo vivió dos años enteros por sus propios medios, recibiendo a todos los que querían verlo, proclamando el Reino de Dios, y enseñando con toda libertad y sin encontrar ningún obstáculo, lo concerniente al Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 97, 1-6

R. ¡Aclame al Señor toda la tierra!

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.

Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey. R.


ALELUIA

Aleluia.
¡A ti, Dios, te alabamos y cantamos;
a ti, Señor, te alaba el coro celestial de los Apóstoles!
Aleluia.

EVANGELIO

Mándame ir a tu encuentro sobre el agua

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo


14, 22-33

Después de la multiplicación de los panes, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman».
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres Tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante Él, diciendo: «Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios».

Palabra del Señor.




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